Cuando paseas por Singapur ves señales muy curiosas: Prohibido escupir, prohibido dar de comer a los monos, prohibido comer chicle...
Ésta de la foto superior es la que más me extrañó: ¡Prohibido durianes! Investigando y buscando por los mercados locales di con ella. El durián es una fruta del sudeste asiático, que dentro de una familia de unas cuarenta variedades, se caracteriza por su cuerpo espinado y su apestoso olor. Si la fruta no tiene rajado su caparazón no hay por qué temer. Ahora bien, corred si lo está porque el olor es penetrante y persistente, se percibe desde metros a la redonda. Huele a algo parecido a la cebolla podrida. Entiendo completamente el por qué de su prohibición en hoteles, metro, taxis... Lo peor de todo es que como fruta que es, ¡se la comen!
Insensato de mi la probé en el Aeropuerto Internacional de Changi a la salida de Singapur. La probé en forma de helado. El sabor me costó olvidarlo un horror y una hamburguesa del Burguer King. La tienda en la que lo probé estaba especializada en productos hechos con durián. Pasteles, sorbetes, helados... Para gustos, los colores. Yo no lo probaré más.
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